viernes, 21 de septiembre de 2012

Falló la memoria.

   Ustedes saben esa típica pregunta que le hacen a uno cuando está conociendo a alguien, o entrando a un trabajo nuevo en las dinámicas de grupo y entonces, descríbase con un adjetivo o una característica. Mi respuesta definitiva (si fuera Ignacio Santos preguntando) sería mi memoria, y estoy segura que para las multitudes (que claramente no van a leer esto) es una respuesta extraña, sin embargo para quién me conozca entenderá el porqué. En todo caso eso no es lo importante ahora, al exponer una característica (aunque no sea propiamente una) como la más importante o la ¨que mejor me describe¨, me asusto en el momento en el que no rinde como lo esperaba.
   Falló la memoria porque esta semana había una fecha, digamos especial, una de esas que marcaron mi entrada a este nuestro mundo (o el de la mayoría que leerá esto eventualmente). Me gusta decir que falló ella y no que fallé yo, porque al fin y al cabo no la controlo y los recuerdos vienen cuando ella lo decide. Falló y entonces hoy me recordaron ese día hace dos años, y si les cuento la verdad del asunto he de decir que por mucho tiempo creí que ese día conocí a una de las personas que iba a marcar una especie de hito en mi vida, y en realidad fue así solo que la persona que creí que iba a ser la que marcara este día terminó resultando una diferente (pero esa es una historia más feliz que dejo para luego). 
   Sinceramente no me arrepiento, nunca en mi vida me he arrepentido de algo pero que feo se siente incluso hoy. ¿Que habrá pasado por su cabeza?, y no voy a dejar de preguntármelo y les cuento lo que posiblemente ya han escuchado mil veces, en mi cabeza no cabe que alguien haga eso. Que la mujer (en realidad no sé si decirle chiquita) que considere mi hermana por unos meses pudiera tocarme, abrazarme, decirme que me amaba y me mentía tan descaradamente. Que asco, que asco que me da que me mientan en la cara de esa manera, todavía peor es saber la mentira y que piensen que te siguen engañando. Aún peor, si es que hay cabida para eso, es que se lo saqué en la cara y se asustó tanto que pensé que se iba a desmayar, porque yo no podía saber, jamás, ¿cómo iba a saber? Aprendan a distinguir, podré ser buena y tranquila pero no tengo un pelo de tonta y no me quieren ver con el demonio adentro.
   Entonces ¿sabés qué?, ahora te hablo directamente a vos, sí, hoy me recordaron el día que te conocí, y el día que te tomé mil fotos y el día del año pasado cuando celebramos nuestro ¨aniversario¨ mientras me clavabas un sable por la espalda. Hoy me dijeron que que chiva sería que volviéramos a salir y tomar y la estupidez entera que era cuando salíamos, pero lo más importante de todo: que vos no tenés nada contra mi
   Sinceramente ni te puedo explicar como me cagué de risa, ¿algo contra mi? Suave ¿de qué me perdí en el camino? Abrí los ojos, si ni siquiera deberías nombrarme, mucho menos osar a sacarme el pecho y buscarme pleito la única vez que te saludé después de que ¨saliste de tu otro closet¨. ¿Decís que no tenés nada contra mi? ¿Cómo vas a tener algo (del todo en el cerebro, me pregunto ahora)? ¿Sabés que supe durante meses y te ponía el cachete para que me saludarás? ¿Sabés que te invitaba a comer y a salir porque no tenías plata? ¿Sabés la cantidad de veces que quise matarte y me contuve? ¿Entendés el asco que sentí y todavía me visita a veces?
   Así que no, no tenés derecho, a nada básicamente, y que pena que te volvieras una más, igual que ella, una más con la que me puedo sentar por una birra (eso jamás te lo voy a negar) para hablar y recordar pero eso representás, no más, un pasado nunca un presente y mucho menos un futuro. Aquí es adonde mi memoria no falla más, aquí es adonde ahora quiero que entendás que fuiste un espejismo, y de las más grandes sorpresas que me pude llevar. Ya no hay fechas especiales que recordar con vos, ya no me acuerdo de la mitad de las cosas que te gustaban y ya no me importa recordar. He de admitir que hace un tiempo te extrañé, y quise reírme y sentir esa complicidad y después se evaporó, más rápido que el humo que salía de mi cigarro, ahora ya no queda dolor ni rencor porque no quiero guardar lo malo, pero tené por seguro que de lo bueno queda lo mínimo. 
Que pena haberte recordado diferente, y que fallará la memoria tantas veces. So long my old friend. 

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